El Blog de John Constantine

Impresiones de un bastardo profesional.

Monday, October 23, 2006

Música para una tarde de lluvia

Ayer, mientras redactaba el anterior post, oía esta canción. Y pensé que hace unos años oir un tema así me habría hecho ensimismarme pensando en alguien.

Ayer lo único que podía hacer era ver resbalar las gotas por la ventana. Y, por mucho que me duela, dar gracias a que nunca le dije adiós.

Dicen los franceses que decir adiós es morir un poco.

Tarde de lluvia tras el cristal

Cuando llueve, apoyar la frente sobre la ventana es una tentación irresistible.


Y aunque uno está seguro de la lluvia e intenta ver caer el agua, el único signo de ésta es el chapoteo de las gotas al caer en el suelo.


Todo parece detenerse. Sólo el resbalar de una gota por la ventana, enfrente de mis ojos, indican que el tiempo sigue pasando. La tarde aún no ha terminado, pero la noche ha adelantado su llegada montada en los nubarrones.



Y , parece que para remediarlo, las gotas reflejan las luces de la calle como luciérnagas de cristal. Son insectos de vida minúscula. Lo que tardan en caer de la barandilla al suelo. Allí el recuerdo de su reciente brillo se une al reflejo de la luz en el charco.


Por muy oscuro que esté el cielo, los dias de lluvia nunca me parecen totalmente oscuros.

Thursday, October 19, 2006

Por qué me gusta Phil Collins

Sólo esta canción ya lo justificaría. Y no se me ocurre ni una sola otra voz en el mundo que pudiera cantarla así.

Música para días de otoño

No entiendo muy bién el porqué de cierta actitud despectiva hacia la música pop de los 80. Salvando a los grandes iconos de la escena (Michael Jackson, Madonna, Prince), gran parte de la crítica mira con cierta condescendencia, cuando no abierto desdén, a la mayor parte de la música comercial de la escena. Aunque no sin razón. Así, recuerdo como Santiago Segurola afirmaba su poco aprecio, con razones bien fundadas, a exponentes bien claros este estilo de música como p.e. Phil Collins.

Y así y todo, la verdad es que la música de esta década goza de mayor aceptación comercial que la de otras etapas, como demuestra el éxito masivo de radiofórmulas como Kiss FM o M80. Éxito que se suele justificar, más o menos acertadamente o no, como un ejercicio de nostalgia de la generación que creció durante la época de los yuppies, Reagan o el final del muro.

Como todas las teorías estan para derrumbarlas, puedo afirmar que en mi caso esto no es verdad en absoluto. Por la sencillísima razón de que, al precio en que entonces estaba los discos, era casi un artículo de lujo la posesión de los vinilos -menos en el caso de las cintas-. Y por otro motivo bien claro: salvo contadas excepciones, la mayor parte de la música de los 80 la he conocido en profundidad a partir de mediados de los 90, cuando la explosión de Internet hizo posible el acceso masivo a la cultura musical de todo hijo de vecino. Saludos a Teddy y la SGAE.

Así, p.e., uno en su adolescencia -casi niñez- ni llegó a escuchar en sus tiempos a grupos como Wham, Depeche Mode, Yazoo... Los artistas más conocidos eran los que llenaban las portadas de las revistas, juveniles o no, y sólo los más afortunados podían acceder a las novedades más cool del momento (p.e. Echo & the Bunnymen, The Cure...).

Y una vez desechada la excusa de la melancolía... Pues debo confesar, sin ningún tipo de verguenza, que prefiero la música de los 80 a las de las dos décadas siguientes. Ojo, digo que prefiero, no que sea mejor. Es imposible negar que los adelantos técnológicos en este tiempo han hecho que, a nivel técnico, el pop de la actualidad esté a una distancia apreciable del de aquellos tiempos.

No, es otra cosa. Algo indefinible. Es la impresión de que en aquella época, en que sobre el planeta pendía todavía la amenaza nuclear, el mundo era, a pesar de todo, optimista. La gente pensaba que habría un final feliz para la guerra fría y que, después de ello, todo sería mucho mejor. El aerobic, los yuppies, la música tecno, de las Pointer sisters, Katrina and the Waves... Una especie de wishful thinking que lo invadía todo.

Es la impresión , en definitiva, de que la música, mejor o peor, se hacía con sentimiento. Con gente como Huey Lewis and The News, Richard Marx, Peter Cetera, Starship ... Música tal vez blanda, resultona.
Pero tenía algo. Y lo sigue teniendo, a juzgar por como cambia mi estado de ánimo cada vez que escucho una de sus canciones.

Tuesday, October 03, 2006

"No tienes derecho a llamarme puta"

En los años 50 se acuñó en los EE.UU el término "soap opera" para aludir a lo que aquí enEspaña siempre hemos llamado melodrama, o más despectivamente, "culebrón". El origen del término(similar en contexto al de "pulp") está en que todos estos dramones solían estar patrocinadospor marcas de detergentes -"soap", en inglés-. Y así, desde los tiempos ya lejanos de "Peyton Place"a, mucho más recientemente, las millonarias producciones del difunto Aaron Spelling (Dallas, Dinastía,Melrose Place) se ha usado la denominación para series que, más allá de su determinada ambientación, basansu éxito en la exhibición de las pasiones mas desaforadas de los protagonistas.

Así que en cuanto uno vio el primer episodio de "Anatomía de Grey", le quedó muy claro que ya podía irse despidiendo del cinismo y mala uva del Dr House -una serie mucho mas amarga de lo que parece en principio. Anatomía de Grey es un soap opera desde sus mas hondos cimientos,en la línea de "O.C." o "One Tree Hill", centrada en las peripecias sentimentales de sus protagonistas,y completamente alejado de series mucho mas realistas como "Scrubs" o "Urgencias"

Mi problema con "Anatomía de Grey" es que me es casi imposible sentir simpatía por la mayoría de los personajes, empezando por la protagonista, prototipo de mujer liberada, independiente y moderna, que ejerce como tal y sólo puede enamorarse de un cirujano de éxito, atractivo y sentimental. Ya no digamos sus mejor amiga,asioamericana para mas señas, de la cual me es imposible intentar adivinar la razon por la que su novio (cirujano de éxito, atractivo y sentimental, faltaría plus) se ha prendado. Seguimos con la inevitable pareja de residentes guapo y guapa, que están liados entre sí solo porque son guapos. Incomprensible en el caso de ella, sobre todo, por que el maromo es un borde de cuidado. Y para terminar el quinteto, la pata más debil de la mesa. Un residente afable simpático, eficiente... y que carece de atractivo físico. Enamorado por desgracia de la prota, sin que esta le haga el más mínimo caso.

Y aquí es donde se le empiezan a uno a calentar los cascos porque, pese a todas sus virtudes -sin duda el más profesional de todo el equipo- está condenado a entenderse con mujeres de su misma extracción "física". O sea, físicamente normales.De guapas ná. Los protas atractivos, según los guioneros, están "condenados" a aparearse entre sí en una especie de endogamia imposible,además, de reconocer abiertamente. Y esto no es una característica particular de esta serie: es una constante en toda película o serie de TV americana. Racismo estético, en definitiva. Los chicos con las chicas tienen que estar, cantaba aquel grupo español en los 60.Pues aquí es los guapos con las guapas tienen que estar.

Y no. No me vale la tibia excusa de que en muchos de ellos se demuestra que es más importante el carácter que el físico. Porque en todos estos relatos -y aquí nos retrotraemos a fábulas clásicas como Cenicienta o La Bella y La bestia- da ¡oh! la casualidad de que el/la protagonista, aparte de su belleza interior, atesoraba un atractivo físico que las circunstancias mantenían oculto. Circuntancias que varían desde la madrasta malvada al desconocimiento de los productos de Lancome o Loreal, pasando por la carestía de dinero con el que agenciarse un modelito de Chanel (ellas) o Gucci(ellos) que destape convenientemente nuestra belleza interior.

Así que estaba clarete. Nuestro infeliz y normalísimo protagonista no se lo iba a montar con Meredith Gray ni de coña. Y claro, haciendo caso a una de sus amigas -que debía estar aburrida y con ganas de escojonarse de alguien- le confiesa a nuestra audaz y moderna doctorcita sus sentimientos. Primer error. Nunca le confieses a una mujer nada sin saber antes lo que ella piensa del tema. ¿Y cual es la reacción de la dame en cuestión? Empezar a desnudarlo para , por decirlo de manera fea, "tirárselo"

Confieso que aquí la serie me despistó, poniendo en duda todo lo aprendido en décadas de visionado de lo mas granado de la TV. Pero había un detalle inquietante en la escena.Debo ser un romántico incurable o un antiguo de cuidao. Pero si le confieso a una mujer que la amo, antes de ponernos a la faena me da la impresión de que un beso no molestaría lo más mínimo.Incluso un pico con lengua, siendo lanzaos. Pero no, aquí la tipa va a lo suyo. Para que luego digan que los tíos vamos siempre a lo mismo...

¿Y el final de toda esta historia? Pues que Meredith Gray, una mujer moderna, protoactiva, independiente y liberada, no tiene el menor problema en montárselo con cualquier maromo (unas decenas por lo visto en la serie ) que conoce a las 10 en un bar . Pero claro, cundo se trata de hacerlo con alguien que la desea de verdad, la frágil damisela rompe en lágrimas y se ve incapaz de completar el acto amoroso. Acabaramos. Cuando se trata de beneficiarse al metrosexual de turno, no hay problema en poner el pilotito automático y disfrutar una nuit de revolcones. Pero claro, cuando se trata de un fulano normalillo y corriente, da igual que sea una persona con todas las cualidades deseables. Te jodes, guapito. Cuando llegues a cirujano, forrado, y con un Porsche, tal vez empecemos a hablar. Y como se dice muy suciamente:"De follar ni hablamos".

Y si. Hablo desde la más rotunda de las envidias a los tipos guapos. Que conste.