Caminando entre dinosaurios.

La polémica Jose Mª García- Jesús Quintero me interesa más bien poco. O tal vez nada. Sobre todo por las características de los dos personajes: dos periodistas que en su momento lo fueron todo y ahora están (uno más que otro) totalmente fuera de época.

Lo de García lleva siendo, en sus apariciones públicas desde hace unos meses, una penosa pataleta de niño malcriado. Su última aventura en una radio "amiga" (Onda Cero) fue un rotundo fracaso de audiencia, hasta el punto que ninguna cadena de la derecha mediática se aventura ahora en contratarle. De TVE y PRISA, ni hablemos. Despreciado por sus ex-amigos y ninguneado por sus enemigos, a Butano sólo le queda el recurso del pataleo. Armando, eso sí, el mayor ruido posible. A ver si, de este modo, en un panorama tan podrido como el del periodismo actual, la escandalera le proporciona alguna nueva oportunidad. El problema es creerse esta actitud de doncella deshonrada en alguien como García, que en aras del escándalo, no ha tenido problema en reconocer su complicidad con algunas de las más vergonzantes estrategias periodístico-políticas de anteriores legislaturas.

Y que vamos a decir de Quintero. Que esta polémica le ha venido de perlas para reactivar un programa obsoleto, autocomplaciente, pomposo... un programa como el mismo. Un periodista -y un estilo de periodismo- que hace años podía ser efectivo, pero que cae involuntariamente en la autoparodia. Una manera de hacer televisión suave y cómplice con el entrevistado, pero tambien complaciente y cobarde, sin el más mínimo atisbo de inquietud en sus preguntas. Pedro Ruiz ya hizo lo mismo en su momento, pero sin las ansias de trascendencia del Loco de la Colina.

Pese a todos los pesares, contemplé el pasado martes la noche de Quintero. Una pura sucesión de entrevistas desperdiciadas, teatrales, falsamente trascendentes, sedosas., complacientes. Falsas. Como el propio Quintero, que podía haber dimitido tras la polémica en un rasgo de dignidad.

Ni pensarlo. Con las cosas de comer no se juega.